miércoles, 2 de diciembre de 2009

Renta agraria y fuga de capitales

Roberto Hilson Foot



A más de un año del fuerte conflicto social y lucha de clases en torno a la Resolución 125, dirimido con el voto “no positivo” del vicepresidente de la nación, quién favoreció los deseos sectoriales de la Mesa de Enlace, representante de los intereses más concentrados de la oligarquía pampeana, en detrimento de la postura del gobierno nacional favorable a una mayor disponibilidad de recursos para posibilitar por medio del gasto público una mejora en la distribución del ingreso, parece conveniente reconsiderar algunas de las consecuencias y corolarios de ese conflicto y su desenlace.


Toda la ciudadanía asistió al festejo alborozado de los exultantes líderes oligárquicos y sus subalternos, en medio de la aclamación de los sectores más adinerados de la sociedad Argentina, ante el resultado de la votación en la Honorable Cámara de Senadores de la Nación favorable a sus intereses, en virtud de la cual los fondos que podrían haber sido recaudados por el gobierno nacional por medio de las retenciones fueron en realidad conservados por los terratenientes. Parece por tanto conveniente luego de algo más de un año analizar como utilizaron ese excedente los sectores oligárquicos, considerar que hicieron con esa renta que el estado no logró recaudar.


Un primer uso posible de la renta adicional conservada por los terratenientes podría haber sido destinada a inversiones de capital comprando por ejemplo una mayor cantidad de tractores o cosechadoras como forma de uso pretendidamente más productiva que el gasto público. Absolutamente todos los números de ventas de maquinaria agrícola e incluso de las famosas camionetas 4x4 indican una contracción en la demanda a lo largo de 2008 y primer semestre de 2009. En el invierno del 2009 la Cámara de Comercio de Pigüe por ejemplo, informaba de una retracción del 85% con respecto al año anterior en la venta de maquinarias y repuestos en el trimestre Abril-Julio de 2009. Las ventas de maquinaria agrícola de acuerdo a lo informado por el INDEC, alcanzaron en el tercer trimestre del 2009 los 694.900.000 de pesos, con una caída del 30,1% con respecto al 2008, no puede decirse por lo tanto que la industria automotriz o de producción de maquinarias agrícolas fueran beneficiadas por el destino de esos fondos.


Un uso alternativo habría sido inversiones en construcciones tanto rurales como urbanas a fin de aumentar o mejorar la infraestructura edilicia. Un cálculo conservador de localidades relevadas personalmente por el autor a lo largo de la Ruta 33 al oeste de la provincia de Buenos Aires incluyendo Trenque Lauquen y General Villegas y también en el sur de la provincia de Santa Fe en el mes de Julio de 2009, indicaba caídas de 35 a 40 % sobre las inversiones del 2007 en las construcciones rurales, con contracciones muy variables en las zonas urbanas pero en todos los casos superiores al 20%, lo cual implicó un perjuicio para los obreros y empresarios de la construcción pues el dinero que no recaudo el estado no se volcó a mayor gasto, en este rubro.


Otro posible uso de los fondos adicionales, podría haber sido en función de una propensión marginal a consumir, destinados a comprar una mayor cantidad de bienes durables y no durables de consumo en los pequeños pueblos del interior. En el mes de Julio de 2009 la Asociación de Comercio e Industria de Coronel Dorrego informaba acerca del cierre de muchos locales comerciales siendo de los más afectados la localidad de Oriente en el sur de la provincia de Buenos Aires, con el cierre de más del 50% de los comercios. Los fondos que no fueron a las arcas públicas no se volcaron a la demanda agregada de bienes ofrecidos por circuitos comerciales locales, con una propensión marginal a consumir por parte de los terratenientes que fue no solo de cero sino incluso negativa pues se redujeron en valores netos. Ha sido grande el desencanto de muchos de los pequeños y medianos comerciantes de las zonas rurales de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba pues no obtuvieron los beneficios que esperaban conseguir a la hora de apoyar la protesta de la Mesa de Enlace en el 2008. Si esos mismos fondos se hubieran utilizado para aumentos de sueldos de empleados municipales, provinciales y nacionales con por ejemplo mayor presupuesto educativo, el beneficio para ese sector terciario habría sido mucho mayor, pues son sectores con mayor propensión marginal a consumir.


Otro posible uso de los fondos adicionales que retuvieron los terratenientes, podría haber sido destinado al factor trabajo. La AFIP informaba a mediados del año 2009 que el sector rural es uno de los sectores productivos con mayor nivel de irregularidades con el 69% de los empleados del sector agrícola-ganadero en la informalidad. Los aumentos de sueldos no se apartan de las medias nacionales y solo se han logrado luego de arduas negociaciones, con fuerte compromiso y apoyo del gobierno nacional ante patronales renuentes a conceder beneficios a los peones rurales. No podemos sostener que los recursos adicionales obtenidos por los terratenientes beneficiaron los ingresos de los peones rurales. La AFIP había estimado en el mes de Agosto del 2009 que sobre un total de 1.376.000 trabajadores del sector rural algo más de 900.000 cumplen su tarea en plena informalidad.


Si los recursos no se volcaron en beneficio adicional de los trabajadores, podría pensarse en un aumento en el uso de algunos insumos. Sin embargo mientras se utilizaron 3.700.000 toneladas de fertilizantes en la campaña 2007-2008 en el presente año es probable que el uso sea inferior a los 2.000.000 de toneladas. Estarían reponiendo menos del 50% de los nutrientes que están usando en estas últimas campañas, deteriorando la fertilidad del suelo y comprometiendo la sustentabilidad.


Ante la evidencia de que los fondos conservados por los productores rurales y no pagados al estado en concepto de retenciones, no fueron utilizados ni en un aumento de compra de bienes de capital, ni en más construcciones, ni en un aumento de demanda de bienes y servicios en los circuitos locales, ni en mejoras significativas de los ingresos de los peones rurales o en mayores compras de insumos para el agro, parece necesario preguntarse acera del destino de esos fondos en manos de los terratenientes.


Si se analiza la evolución de la balanza de pagos a lo largo del 2008 y 2009 acaso podamos responder tentativamente a la pregunta. El INDEC informó que en el segundo trimestre del 2009 la fuga de divisas llegó a 4.279.000.000 US dólares. La acumulación de activos externos por parte del sector privado fue de 7555 millones de dólares en el primer semestre. Solo se logró revertir esta tendencia a partir de Septiembre-Octubre con un ligero ingreso neto de capital por 400.000.000 de dólares. La salida de capitales había descendido regularmente entre el tercer trimestre del 2007 y el primer trimestre del 2008, pero a partir del conflicto con la mesa de enlace se mantuvo por encima de los 4 a 5.000 millones de dólares por trimestre. Si pensamos una posible alternativa como depósitos en el sistema bancario nacional veremos que desde el conflicto con la Mesa de Enlace se han mantenido en torno a los 130 y 145 millones de pesos por mes por lo que no puede afirmarse que ese capital adicional fuera al sistema bancario local. En cambio los activos financieros de los argentinos en el exterior sí han aumentado desde una cifra cercana a los 110.000 millones en 2007 a cerca de 130.000 millones en el presente año, parece probable que una parte de ellos provengan de los terratenientes.



Historia e identidad


Estos montos multimillonarios y altas tasas de ganancias permiten reabrir la discusión en torno a la supuesta continuidad de los actores sociales entre aquellos que en 1912 protagonizaron el “Grito de Alcorta” y los actuales representantes de la Federación Agraria. Recordemos que a principios del siglo XX el costo de los arriendos podía rondar el 50%, llegando en el caso por ejemplo de Firmat en el sur de Santa Fe a ser del 54% hacia el centenario. En 1911 la cosecha en la pampa húmeda fue muy pobre y las quejas de los arrendatarios se incrementaron junto con sus deudas. En el almacén de ramos generales de Ángel Bujarrabal, en Alcorta con el liderazgo entre otros de Pedro Dieguez y Francisco Bulzani y la orientación y representación legal del abogado Francisco Netri, en medio de una creciente intolerancia de la oligarquía terratenientes y la consiguiente represión policial, creció el convencimiento en la necesidad de que una acción política coordinada era la única opción ante el hecho incontrastable de que las buenas cosechas de 1912 no lograban cubrir los endeudamientos de años anteriores. En Junio de 1912 en el local de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos e Instrucción y con el apoyo de los comerciantes locales se decreta la huelga general agrícola conocida como el “Grito de Alcorta”. A partir de esta lucha contra la oligarquía terrateniente nace la Federación Agraria Argentina. Evidentemente los dirigentes actuales de la Federación han modificado radicalmente sus visiones políticas y económicas pues en estos años han liderado una violenta y desestabilizadora lucha contra un gobierno democrático que pretendió hacer uso de sus facultades en materia aduanera. Acaso pueda entenderse estos cambios ideológicos en función de los procesos de modernización y tecnificación asociados al desarrollo y valorización de los “commodities” desde la década del 90. En el año 2008 el precio de la hectárea en el núcleo sojero a lo largo de la Ruta 8 por ejemplo iba de 8.000 a 10.000 dólares, por lo que un propietario de 400 o 500 hectáreas era ahora dueño de un patrimonio neto de más de 4.000.000 de dólares, muy lejos del legado histórico de la defensa de los pequeños campesinos arrendatarios. Es por tanto entendible la creciente diferencia entre la actual conducción de la FAA y los movimientos campesinos como MOCASE y el MOCAFOR. La expulsión del MCL “Movimiento Campesino Liberación”, del consejo directivo de la FAA es otro indicio de la mutación del rol de la Federación Agraria al defender ahora los intereses de los grandes terratenientes identificándose con la SRA.


La imposibilidad del gobierno de imponer el aumento a las retenciones por medio de la 125, llevó a una mayor renta para el sector terrateniente que utilizó ese adicional de forma pro-cíclica, con una propensión marginal a consumir negativa y contribuyendo muy probablemente a la fuga de capitales. Esos fondos en manos del estado habrían podido ser utilizados en jubilaciones y pensiones, en ciencia y técnica, educación o inversiones en infraestructura potenciando inversiones y consumo en un contexto internacional contractivo. En manos de los representados por la Mesa de Enlace esos capitales llevaron a menos consumo, menos gastos e inversión, con un atesoramiento pro-cíclico y fuga de capitales, todas opciones perjudiciales para el bienestar del pueblo argentino.

Recordemos adicionalmente que está pendiente la discusión en torno a las externalidades resultantes de la sojización, los procesos de desmonte y deforestación por expansión de la frontera agropecuaria con perdida de biodiversidad, deterioro en la fertilidad del suelo, contaminación de aguas superficiales y napas freáticas por el uso de agroquímicos, además de enfermedades asociadas a un mayor uso de pesticidas, son algunas de las consecuencias no abordadas en el cálculo de los costos privados. A.C.Pigou (1877-1959) detectó la falla en el mercado, cuando el costo social de una producción no era cubierto por el costo privado, lo cual implicaba una descarga de parte de esos costos en la sociedad.

La oligarquía terrateniente se ha mostrado violenta e intolerante a la hora de defender su renta, pero sin querer asumir el costo de las externalidades que genera ni reconociendo el origen cambiario y de las políticas estatales de parte de esa renta, pero además con un uso de los fondos adicionales retenidos que perjudicaron el nivel de demanda y de inversión, generando inflación y fugando capitales, en medio de unas de la peores crisis del capitalismo mundial.

viernes, 17 de julio de 2009

Fines y Medios

por Roberto Hilson Foot

Robert Ingersoll (1833-1899), un librepensador norteamericano partidario del agnosticismo y defensor de la estricta separación entre iglesia y estado, quién luchó en la guerra civil en favor de la liberación de los esclavos, dijo alguna vez : “el mayor desafío para el coraje en esta tierra, es soportar la derrota sin desalentarse”. Luego de los resultados de la última elección estamos justamente ante ese reto, necesitamos reflexionar, debatir, llevar adelante una autocrítica que nos permita reencontrar el camino de las mayorías. Acaso podamos plantear la necesidad de encarar una larga etapa de lo que E. Husserl (1859-1938) llamaba “epojé”. Necesitamos calmarnos y lograr correlacionar la actividad de la conciencia con la de su objeto, reconocer y describir esa vida de la conciencia que es el fenómeno, para ver las cosas iluminadas por nuestro pensar, para intentar recobrar una claridad originaria. El desafío es evitar reacciones que no hagan más que reafirmar en el resto de la sociedad la convicción de que el gobierno es parte del problema y no de la solución, como había logrado ser hasta la dura derrota que sufrimos frente a la oligarquía agro-exportadora y sus aliados en el 2008. Un trabajo de reflexión continuado donde nuestros principales dirigentes puedan por medio del diálogo con los sectores populares volver a generar una agenda y unos objetivos capaces de consolidar los logros de estos últimos años, intentando expandir las bases sociales y políticas. No lo hicimos en el 2008, es imperativo que lo hagamos ahora.

Setentismo

Reiteradamente se ha acusado a este gobierno de setentista. Debo decir que esta “imputación” a mi entender, en un sentido lo enaltece, pues lo identifica como canta Daniel Viglietti con una generación en la cual todos eran culpables…culpables de querer terminar con la injusticia social, culpables de comprometerse, militar y hasta brindar sus vidas en pos de un país más soberano y un pueblo más libre. Sin embargo hay por lo menos dos sentidos en que me preocupa el ser motejado de setentista, pues los setentas son también la dictadura más sangrienta que ha sufrido nuestro país, y los setentas son también el ciclo, en el que a la esperanza siguió el desencuentro y al optimismo la tragedia, y esta denotación del término es la que me asusta. Cuando las vanguardias se desacoplaron de las mayorías, el destino fue el fracaso y la muerte, pues una vanguardia que se desconecta del sentir y pensar del pueblo se transforma en una patrulla perdida. A.Gramsci (1891-1937) abogaba con razón por la necesidad de escuchar al pueblo, de atender a lo que piensan las bases, a estar con los oídos atentos a lo que viene de abajo y esto sobre todo en la actualidad en que no contamos con un “príncipe moderno”( difícilmente pueda pensarse en el Frente para la Victoria cumpliendo con ese rol).No hay tampoco un paradigma socio-económico fuerte alternativo al capitalismo sin dejar por ello de valorar y apoyar los esfuerzos de Hugo Chávez y Evo Morales en construir nuevos horizontes, y además venimos de graves derrotas históricas en las cuales claramente perdimos en la disputa por la hegemonía. El caudal electoral del Menemismo en los noventas o el conflicto con la oligarquía terrateniente quienes contaron con amplios apoyos de sectores de nuestra sociedad, fueron claras demostraciones de lo endeble de nuestras posiciones ante las formas degradadas y folklóricas de la ideología dominante.

Esta última elección muestra que el proyecto K ha quedado circunscripto a la clase obrera y a una parte sustancial de los sectores más pobres y aún excluidos de nuestra sociedad, lo cual indica algo tan alentador como que estos sectores avalan y reconocen los beneficios que obtuvieron entre el 2003 y el 2008 pero a la vez marca un límite a la conformación de un proyecto popular fuerte con proyección de futuro capaz de limitar a los factores de poder. Se ganó en provincias donde las gestiones locales fueron aprobadas por los ciudadanos (independiente de la opinión que tengamos de las mismas), como en el caso entre otros del 52,6% de Alperovich en Tucumán, el 55,6% de Das Neves en Chubut y los triunfos de Capitanich en Chaco con el 49,9% y Gioja con el 56,3% en San Juan o las victorias en Formosa y La Pampa entre otras. Se ganó también en provincias donde el Frente era oposición como en el caso de Tierra del Fuego con una abrumadora derrota del A.R.I. o en Río Negro con un triunfo del Justicialismo con el 32 % de los votos. Se ganó también en las intendencias del conurbano con mayor presencia obrera y de los sectores más carenciados como en La Matanza con el 43%, Ezeiza 49%, Florencio Varela 48% y Esteban Echeverría con el 41% de los votos, etc.

El grave problema es que para poder controlar y aún vencer a los enemigos de los intereses populares estos números son insuficientes. Es imperativo captar a las clases subalternas que a la luz de los resultados evidentemente hemos perdido. El problema no es por como votan las clases dominantes, el 17% que obtuvo el F.P.V. en San Isidro o el escaso 6 a 8% en el Pilar-Socorro-Belgrano-Nuñez son muy elocuentes, sino fundamentalmente por como votó mayoritariamente la clase media y media baja, el sector de los pequeños comerciantes, empleados, cuentapropistas, muchos jubilados y jóvenes con primer empleo y estudiantes universitarios. Además hay un grave retroceso en el apoyo de las poblaciones de los pequeños pueblos de tanto Córdoba como Santa Fe y Buenos Aires donde la prédica de las cuatro entidades sojeras ha logrado convencer a parte del electorado, al punto que el F.P.V. en la mayor parte de estas localidades resultó tercero en la sumatoria de votos.

Sabemos de las bondades del modelo, de los logros extraordinarios obtenidos en estos años en condiciones muy difíciles y adversas, de los problemas y complicaciones a partir de la derrota por la 125 y de cómo muchos indicadores económicos y sociales se deterioraron a partir de esa ofensiva de la oligarquía terrateniente, pero en función de poder preservar los progresos, y defender los intereses populares es imperativo plantear los errores y lo que debemos corregir. Lo que más preocupa no es el destino individual de cada uno de nosotros sino que los resultados de esta elección debilitan la posibilidad tanto de algunas fuerzas opositoras bien intencionadas como del oficialismo para defender al pueblo. No es posible pensar que en esta instancia electoral retrocedimos porque la S.R.A. o la C.R.A o la mesa de enlace, la iglesia o los multimedia o los acreedores y financistas internacionales, o parte de la U.I.A. o las petroleras nos derrotaron, ellos son sin duda la causa mediata y los propulsores determinantes de parte de la oposición, pero no olvidemos que casi el 65% de los argentinos votaron posiciones críticas al F.P.V. Es el pensamiento, el mensaje, la opinión de buena parte de esos electores las que debemos considerar si pretendemos ser una fuerza nacional, popular y transformadora, respetuosa de la soberanía popular.

Evidentemente retrocedimos entre otras razones por encontrarnos en uno de los peores contextos posibles para una elección, como el de la mayor recesión mundial desde 1929-1930 momento en que un líder de inmensa popularidad como H.Yrigoyen fue depuesto por un golpe de estado, una durísima crisis de precios y volúmenes en el comercio internacional, una de las peores sequías de las ultimas décadas, además de una pandemia mundial como la gripe A (H1N1). Retrocedimos además en un contexto de grave desmanejo de la información por empresas periodísticas claramente alineadas en la defensa de los intereses más concentrados. Pero los que fueron a votar el 28 de Junio son ciudadanos soberanos a los que debemos tratar con profundo respeto, intentando escuchar lo que reclaman, lo que critican y buscando la forma en que podamos volver a sumarlos a un proceso de transformación democrático. Ellos merecen una mirada respetuosa y legitimadora pues en política no vale saber o tener el convencimiento de que se tiene razón. La política no tiene que ver con las certezas subjetivas, solo las razones que se realizan son verdaderas pues son las que transforman la vida de las personas. No acuerdo con G.W.F.Hegel (1770-1831) quién afirmó en “Filosofía del Derecho”: “Lo que es racional es real; y lo que es real es racional”, sino que entiendo que las razones son políticas solo si se concretizan, solo si se realizan, de lo contrario son solo reclamos morales o meras expresiones de deseo. En política no hay fines sin medios.

La palabra, su degradación y la credibilidad.

Pensar en una reconstrucción de fortalezas políticas y renovar una disputa por la hegemonía que permita atenuar los efectos negativos de la actual correlación adversa de fuerzas, demanda el ejercicio intenso de la palabra, un trabajo decidido con los movimientos sociales y articulaciones con todas las fuerzas políticas que se comprometan en la defensa de intereses populares. Esto solo podrá conseguirse si logramos reconstruir la credibilidad del gobierno a los ojos de amplios sectores sociales lo cual remite sin duda al problema del INDEC, que de ser un problema financiero se convirtió con los años en un problema de credibilidad del discurso que termino afectando cada acto y palabra del gobierno. No desconocemos las terribles presiones de los acreedores financieros internacionales muy interesados en la tasa de inflación por tener bonos ajustados por medio de esta índice, ni ignoramos la diferencia estimadas en más de 9.000.000.000 U.S. dolares de ahorro para los contribuyentes nacionales en función de las disparidades en los cálculos, en condiciones históricas de insolvencia y recesión como las existentes a principios de la década, donde luego de cuarenta años de frustraciones este gobierno es el primero que logra disminuir la deuda externa. Sin embargo este proceso tiene claramente tres instancias en su impacto social en función de los aumentos de precios. Cuando comienzan a notarse algunos aumentos a partir del 2007 fue, sobre todo, un problema de las clases altas y medias urbanas, pues aumentaban los servicios como las cocheras y estacionamientos, las cuotas de colegios privados y universidades, las medicinas prepagas y los pequeños servicios urbanos como gimnasios, tintorerías y turismo. Todos estos rubros estaban socialmente circunscripto a esos sectores de ingresos altos y medios, los cuales comenzaron a cuestionar cada vez con más fuerza al I.P.C. utilizando la poderosa trama de medios de que disponen. A partir del 2008, a raíz del conflicto con la oligarquía terrateniente, la situación inflacionaria cambió drásticamente, pues empezó a afectar más fuertemente indumentaria, alimentos y vivienda, pero ahora con mayor impacto en los sectores populares, y de allí que el contraste entre las cifras oficiales y la percepción popular comenzara a profundizarse, pero ahora también incluyendo a los sectores obreros y marginales en el cuestionamiento al INDEC. La tercera etapa, en la cual estamos inmersos y que debemos revertir, es aquella en que la perdida de credibilidad en los índices comenzó a afectar todos los ámbitos y dichos del gobierno y todos los logros del ciclo K están permeados de sospecha. Esta recuperación de la palabra y de la credibilidad es imperativa para poder pensar un rearmado de fuerzas populares y democráticas, sólo las razones que se concretizan son políticas y en política no hay fines sin medios. No todo está perdido pero hay aspectos que deben cambiar, y ello debe surgir de un diálogo abierto, fluido y dinámico con los que apuestan por un país más justo, con memoria y dignidad.

miércoles, 3 de junio de 2009

Inflación, excedente y distribución del ingreso

Por: ROBERTO HILSON FOOT
  
La agenda política del 2008-2009 ha estado fuertemente condicionada por el conflicto con las empresas agropecuarias. Este grave episodio de lucha de clases solo puede ser comprendido
  en el marco de la discusión  más amplia  por la distribución del ingreso y su incidencia sobre otras variables económicas. La puja distributiva comenzó a incidir  en los niveles de inflación en la economía argentina a partir del año 2007. Ante un gobierno que comenzó imponiendo a las empresas aumentos compulsivos de sueldos, mejorando la recaudación impositiva y las cuentas fiscales, e implementando a partir de esa mejora en las cuentas públicas  una política de aumento en las remuneraciones del sector público, así como un sustancial incremento en las jubilaciones y pensiones, extendiendo y mejorando la cobertura previsional, generando adicionalmente por medio de los planes sociales y subsidios por ejemplo al transporte, así como por medio del congelamiento de las tarifas sobre todo para los sectores de menores ingresos y los aumentos en los presupuestos de educación y salud, logrando con todo ello una mejora tanto en los niveles de distribución como de ingreso de los sectores medios y bajos entre los años 2003 y 2007. Sin embargo a lo largo  del 2007 y 2008 fue creciendo en forma persistente la inflación, siendo una verdadera  amenaza para las mejoras socio-económicas que se habían logrado.

     Este aumento general de los precios de los bienes y servicios en un contexto de políticas de des-endeudamiento externo, superávit fiscal y aumento de las reservas, con un crecimiento sostenido del P.B.I. de entre 8 y 9% anual, difícilmente pueda explicarse por medio de teorías cuantitativas o monetaristas de la inflación por demanda. No ha habido déficit fiscal por tanto no hemos tenido emisión “espuria”, las reservas aumentaron hasta los casi 50.000.000.000 U.S. dólares en 2008 y la economía argentina incrementó  tanto su productividad  como su producción de bienes y servicios a lo largo de seis años consecutivos, haciendo inaplicable la teoría cuantitativa clásica sobre la inflación formulada por Irving Fischer en 1912.

    Consideremos por ejemplo la versión ortodoxa de la escuela Austríaca, en la presentación más elemental de Henry Hazlitt (1894-1993) en “Inflation in one page”, quién asigna la responsabilidad de la inflación al gobierno y a la emisión monetaria, necesaria para cubrir los desequilibrios fiscales por lo que llama el “exceso” de gasto público. La única solución posible desde esta perspectiva es el equilibrio fiscal. Vemos lo insuficiente de esta ideología para poder explicar el caso argentino pues en nuestro país no hemos tenido durante la gestión Kirchner problemas con el déficit fiscal. Es indispensable pensar que el problema inflacionario de los últimos años tiene por tanto una evidente raíz estructural. Las verdaderas causas de la inflación debemos buscarlas no en problemas monetarios sino en desajustes en el sistema productivo como han planteado las visiones estructuralistas, a lo que agrego el componente a veces llamado inflación salarial, elemento que considero central en la coyuntura actual. La inflación no solo estaría afectando los precios relativos y la tasa de cambio, sino también la distribución del ingreso, por lo que debemos incorporar  las dimensiones cambiaria, salarial, sociológica y estructural en el análisis de las condiciones que han permitido a los propietarios de los medios de producción mejorar sus ingresos en detrimento de los trabajadores por medio de la inflación sobre todo a partir del 2008.

 

Excedente y asignación óptima de recursos

     En este contexto de alto crecimiento, duplicación de las exportaciones en apenas cuatro años y  aumento de la demanda interna, la tasa de ganancia resultante ha sido muy alta. En el caso de las empresas agropecuarias ello permitió una drástica revalorización de la tierra, un aumento de la inversión y una disminución de la morosidad que en 2007 era apenas el 10% de los niveles alcanzados en plena crisis del 2001-2002.

    De acuerdo a la teoría clásica esa alta tasa de ganancia y consiguiente generación de excedente permitiría una asignación óptima de  recursos por parte de los maximizadores de beneficios. Mercier de la Rivière (1720-1794), es uno de los primeros economistas que sostenían la idea de un plan general de la creación que el hombre debería acatar y que implicaba postular que el máximo bienestar de cada miembro de la sociedad redundaba en el máximo beneficio colectivo. Postulaba la necesidad de consolidar el derecho de propiedad, garantizando el goce de ese derecho en toda su plenitud y en toda la extensión que tenía, antes que pasáramos a reunirnos en sociedad ( L´ Ordre est la loi inviolable des espirits). Las leyes no pueden legitimarse para los defensores del libre cambio sino representan ese orden natural, el cual no es fruto del acuerdo o decisiones democráticas sino que nos es dado en forma heterónoma como orden universal y necesario.

    En el caso Argentino los propietarios de los medios de producción tienen comportamientos económicos que distan de implicar asignaciones óptimas de recursos, lo cual refuta la dimensión pragmática de los postulados fisiocráticos de libre cambio. Estos sectores sociales han sido generadores de altos niveles de endeudamiento externo, han atesorado monedas extranjeras y han fugado capitales, determinando una ecuación donde la sumatoria de  los beneficios individuales no arroja beneficios generales. En forma adicional desde el 2007 se ha llegado a un alto nivel del uso de la capacidad instalada en los entornos microeconómicos, por lo que los propietarios de los medios de producción han decidido y logrado obstruir toda forma de redistribución, por medio de la inflación. Con un dólar estable, a partir de 2003 y habiéndose diluido por medio de la devaluación el costo laboral como componente significativo de los costos de los bienes  exportables, mal podría sostenerse  la necesidad de trasladar a precios los porcentajes aceptados por el gobierno por medio de las políticas de negociaciones colectivas de trabajo. Si los sueldos aumentaron en función de pautas acordadas de entre un 15 y un 20% por año y si el costo laboral en el sector  primario exportador y secundario representa porcentajes de 10 a 20 % del costo total, no podrían haberse esperado aumentos por arriba del 2 al 5% en los precios mayoristas  por esta causa, un nivel muy inferior al efectivamente impulsado por los productores de nuestra economía.

     Este comportamiento se ha dado en un contexto de altas tasas de ganancia. Si tomamos datos de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires y analizamos  la ganancia bruta de estas empresas como porcentaje de los ingresos del período 2008, podemos consignar algunos ejemplos: Banco Macro 49,5%, Banco Patagonia 52,1%, Aluar 28,6%, Cablevisión 49,6%, Telecom 45,1%, Metrogas 32,1%, Alpargatas 27,3%. Las ganancias fueron altas a lo largo del 2007-2008 por lo que no hablamos de aumentos de precios para salvar a las empresas de situaciones financieras comprometidas. Estos datos pretenden contribuir a difundir conciencia y combatividad entre defensores del campo popular en un contexto de agudización de la lucha de clases.

 

Maximización microeconómica

     Mientras la economía argentina operó sin niveles de subutilización de tanto el factor de producción tierra como capital, se logró un incremento sostenido de la economía de 8,8% en 2003, 9,0 % en 2004, 9,2% en 2005, 8,5% en 2006, 8,7% en 2007 y un valor cercano al 7% en 2008. A nivel microeconómico se respondió con un incremento del uso de la capacidad ociosa y una incorporación de mano de obra por lo que la desocupación cayó desde el 25 % a menos del 10% en 2008. Las inversiones acompañaron el proceso expansivo desde un insostenible 12% en 2002, a un 15,1% en 2003, hasta el 24,2% en 2007, lo cual implica duplicar las inversiones en apenas cuatro años, logro basado fundamentalmente  en una alta tasa de ahorro interno, que de ser apenas el 13,1% y 12,6% en 2000-2001, llegó al 26,9% y 27,3% en 2006-2007, sin generar por tanto endeudamiento. Debido a la duplicación de las exportaciones y al aumento sostenido de la demanda interna, habiendo alcanzado altos niveles de uso de la capacidad instalada en los años 2007 2008  los propietarios de los medios de producción adoptaron una política de aumento de precios ante el incremento de demanda agregada. La opción de maximización de beneficios privilegió más el corto plazo al aumentar los precios, que el largo plazo de invertir en economías de escala.

Por la mejoría que se había dado en la distribución entre 2003 y 2007 se encontraron con mercados condicionados por inelasticidades en la demanda, a los cuales aplicaron aumentos de precios sin encontrar mermas en los volúmenes producidos y vendidos.

    El comportamiento microeconómico fue claramente atentatorio contra el bienestar general pero también erosionó paulatinamente para ellos  la ventaja adquirida por la devaluación. El mismo proceso que aumentaba los beneficios de corto plazo de las empresas en el 2007 y 2008 erosionaba el diferencial de tasa de cambio por el aumento de los costos internos, deteriorando la ventajosa paridad cambiaria que había favorecido las exportaciones y dificultado las importaciones. Recordemos que si bien el gobierno ha logrado reducir la participación extranjera en la economía argentina, ella sigue controlando el 70% de los bienes y servicios y en términos de ganancias y royalties la apreciación del peso puede redundar en mayores ganancias en dólares, fenómeno de gran incidencia en las decisiones cambiarias de la década del 90.

 

Estado y política 

     Ante la utilización subóptima y procíclica de los recursos por parte del sector privado, en gran medida extranjerizado, en un contexto internacional de una grave crisis del capitalismo neoliberal, solo una intervención anticíclica por parte del estado puede atenuar los efectos recesivos.

     La pretensión del gobierno de cobrar altos impuestos o tarifas para obtener más recursos y orientarlos hacia la generación de mayor demanda agregada e inversión esta plenamente justificada. Un aumento en los impuestos directos si son utilizados de forma productiva por el sector público, cumplirá con todos los requisitos de la lógica Keynesiana. Cualquier actor social o político que pretenda limitar o disminuir la presión tributaria o aduanera sobre sectores de alta rentabilidad, atenta contra el superávit fiscal y por consiguiente contra las posibilidades del estado para defender el nivel de vida del pueblo. Al adoptar estas posturas sectores de la oposición que defienden los intereses más concentrados con políticas procíclicas ante la crisis, profundizan la contracción económica  y atentan contra la mejora en la distribución del ingreso y no pueden pensar en compensar estos ingresos mediante una asignación universal a la niñez o algún plan social focalizado, en un contexto en el cual contribuyen políticamente a desfinanciar al estado y profundizar la crisis económica.

Necesitamos generar algunos consensos básicos entre el oficialismo y algunos sectores de la oposición en un parlamento capaz de defender los intereses populares en un contexto tan difícil, evitando devaluaciones bruscas del peso, manteniendo la solidez fiscal, evitando espirales inflacionarias claramente peligrosas para los ingresos populares. La solidez fiscal es una condición necesaria para la autonomía política del estado. La inflación es en el actual contexto claramente atentatoria contra la mejora en la distribución del ingreso, pero la verdad solo se conquista cuando es realizada y buscamos contribuir a una sociedad de ciudadanos informados y participativos conscientes de su destino, que puedan estructurar su participación y compromiso social.

                 …usted aprende

                  y usa lo aprendido

                  para volverse lentamente sabio

                  para saber que al fin el mundo es esto

                  en su mejor momento una nostalgia

                  en su peor momento un desamparo

                  y siempre siempre

                  un lío

                  entonces usted muere.

Mario Benedetti (1920-2009), a quien vamos a extrañar.

miércoles, 8 de abril de 2009

Estabilidad Monetaria y Desarrollos Políticos

por Roberto Hilson Foot

Ante la situación de crisis internacional es imperativo que la Argentina pueda contar con una moneda sana, que logre cumplir con su rol como unidad de medida, reserva de valor y medio de intercambio. Esto solo puede conseguirse si preservamos las cuentas públicas. Contar con recursos tributarios que cubran las erogaciones derivadas del gasto público además de poder enfrentar la deuda externa acumulada por los gobiernos ( muchos de raíz democrática)durante las últimas cuatro décadas, permite  preservar una cierta autonomía del estado. Poco espacio hay para la política y de hecho pocas posibilidades para el desarrollo democrático si no consolidamos como condición necesaria mas no suficiente la solidez financiera del estado. Una política democrática en defensa y beneficio del pueblo solo podrá lograrse si el estado atenúa su dependencia de corporaciones multinacionales, organismos internacionales de crédito, potencias extranjeras y  grupos económicos locales. Solo preservando la fortaleza financiera del estado podemos mantener la pretensión de tener una autonomía que permita el ejercicio del poder político para seguir intentando mejorar la distribución del ingreso, continuando la tendencia decreciente en los niveles de indigencia, pobreza y desocupación que se logró con tanto éxito entre los años 2003 y 2007. Una autonomía que permita aumentar el gasto social, canalizar fondos hacia la inversión pública, mejorar las pensiones, jubilaciones y sueldos de los empleados del estado, disponiendo de  más fondos para salud, educación, ciencia y técnica, pero también para fomentar el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas nacionales, las fábricas recuperadas, capitalizando a las nuevas empresas del estado, invirtiendo fondos en la industria
nacional y el desarrollo sustentable, creando trabajo, reduciendo paulatinamente el desempleo.

  
Ley de Gresham  

A este economista nacido en 1519 se le ha atribuido el principio que postula que la mala moneda desplaza a la buena,(“bad money drives out good money”). La atribución de prioridad a Gresham de este postulado que hizo en 1857 Henry Dunning Mac Leod es impropia, pues tanto en la obra de Nicolás de Oresme (1326?-1382) como en la de Nicolás Copérnico (1473-1543), el principio aparece ya esbozado. Ha sido sin embargo el nombre del consejero de la reina Isabel I Tudor el que se utilizó para denominar a este postulado. Fue un próspero comerciante, financista y consejero de los reyes Eduardo I e Isabel I en línea con la tradición inaugurada por su padre  Richard Gresham quién había sido consejero de Enrique VIII de Inglaterra. Con motivo de la coronación de Isabel le escribe una carta a la reina en la que argumenta acerca de la importancia de cuidar la calidad de la moneda, tema que lo ubicaría en la consideración de sucesivas generaciones de economistas. En 1571 fue nada menos que el responsable de financiar la creación del Royal Exchange, muriendo luego de una vida de convergencias entre  teorías y  prácticas económicas en 1579. Si una moneda pierde credibilidad y prestigio, y los ciudadanos tienen la opción de adquirir otra como sería la preferencia por parte de ciertos sectores en la Argentina por los dólares norteamericanos o los euros, lo mas probable es que comiencen a atesorar y demandar estas últimas, haciendo circular la primera. Si en la Argentina comenzamos a considerar al peso como mala moneda es muy probable que el riesgo de un corrida cambiaria aumentaría pues muchos buscarían un resguardo de valor como ya dijimos en el dólar norteamericano o en los Euros, con la intención de atesorarlos o fugar capitales, práctica recurrente en nuestra historia reciente. Estos comportamientos implicarían una disminución en la inversión y el consumo interno, así como una presión adicional sobre la tasa de cambio. El gobierno debe mantener su capacidad de incidir en el mercado cambiario, asegurando un superávit de balanza comercial y fiscal que reduzca su exposición a las fluctuaciones cambiarias, permitiéndole simultáneamente enfrentar sus compromisos externos.


Cuasi-monedas en nuestra historia reciente

Recordemos por un momento la traumática historia de nuestro país a principios de esta década cuando los desequilibrios fiscales y las políticas cambiarias llevaron a la peor crisis económica, bancaria y fiscal de nuestra historia con la consiguiente catastrófica desarticulación del sistema económico y político, el hambre y la indigencia, la desocupación de casi el 25% de la población y la pobreza del 50% del país. En Mayo de 2002 en la provincia de Tucumán los bonos representaban el 75% del circulante y en Corrientes llegó a representar casi el 90%.Un tercio del circulante total en el país estaba representado por los bonos y cuasi-monedas con mas de 2.100.000.000 de Patacones y 600.000.000 de Lecor para mediados del año 2002. Estas cuasi-monedas o mas propiamente bonos  representaban un total de 7.645.000.000 $ a comienzo del año 2003. Se habían emitido Lecop nacional por un monto de 3.225.000.000$, Patacones por 2.765.000.000$, Lecor de Córdoba por mas de 800.000.000 $, Federales de la provincia de Entre Ríos por 237.000.000$ , además de los Petrom, Boncafor, Quebracho etc. Claramente a lo largo de esos años los argentinos se comportaban de acuerdo a la ley de Gresham buscando rápidamente  atesorar las mejores monedas, desprendiéndose y haciendo circular las peores. 
  Esperemos que J.L.Borges haya estado en lo cierto en su poema Everness cuando decía “ Solo una cosa no hay. Es el olvido. Dios que salva el metal, salva la escoria”, y no hayamos perdido la memoria de esos trágicos tiempos.


Superávit fiscal: una mirada desde la izquierda

La cuestión de las cuentas públicas ha tenido un abordaje en general desde la derecha mas conservadora, la cual ha enfatizado la necesidad de disminuir el gasto y la presión impositiva a fin de lograr una pretendida asignación  óptima de recursos por parte del mercado, evitando el déficit. Sin embargo es posible que desde la izquierda salgamos a sostener la necesidad política y económica de contar con superávit fiscal, avalando para ello una alta  presión tributaria sobre los sectores de mayores ingresos, necesaria para poder mantener una moneda sana y un alto nivel de gasto público, asignado en función de los objetivos  determinados por los gobiernos populares. Pero además es posible impugnar el apriorismo librecambista de supuestas asignaciones óptimas de recursos por parte del mercado, al demostrar comportamientos económicos en torno a  inversiones y  demanda, por parte de los sectores más adinerados  de la sociedad, que van contra el circuito productivo como son la  fuga de capitales, el consumo suntuario del excedente y las importaciones innecesarias de bienes de consumo, además del atesoramiento de moneda extranjera. En un contexto internacional de crisis se puede esperar que los propietarios de los medios de producción reaccionen con conductas pro- cíclicas de retracción de inversiones y consumo, por lo que solo el estado tiene las herramientas para usar los recursos en un sentido anticíclico, justificación mas que suficiente para una política impositiva agresiva, y una expansión del gasto público. En base a esto es posible establecer que toda fuerza política que brinde su apoyo a la sectaria pretensión de los grandes intereses terratenientes de no pagar retenciones, se posiciona en una perspectiva política de una derecha reaccionaria, cuyas políticas tienden a profundizar la crisis y ponen en riesgo la gobernabilidad democrática, al comprometer las cuentas públicas, herramienta indispensable para la defensa de los intereses populares. Lo que esta en juego con la discusión en torno a los derechos de exportación es el poder de un gobierno democrático de decidir sobre políticas inclusivas y procesos de redistribución del ingreso.  
  Si Norberto Bobbio en su libro “Derecha e izquierda “ había enfatizado por un lado, el apego de la derecha por el orden, la jerarquía y la propiedad, reservándonos a la izquierda la prioridad por la igualdad, esta disputa en torno a la renta agropecuaria es una clara contraposición de intereses de clases antagónicos determinantes a la hora de poder construir una sociedad mas justa y democrática. El gobierno debe priorizar  el objetivo de mantener una moneda sana entendiendo que ello es condición necesaria de políticas públicas progresistas. El recuerdo de las penurias sufridas sobre todo por los sectores populares durante los años de convertibilidad y su traumática desarticulación  debería actuar como un poderoso disuasivo a la hora de decidir sobre nuestras conductas políticas y electorales, comprendiendo la importancia de la defensa de la moneda. 

miércoles, 25 de febrero de 2009

Los responsables de la crisis: del estado de Bienestar al Neoliberalismo

por Roberto Hilson Foot

Enfrentamos la necesidad de una precisa categorización y comprensión de la actual crisis del capitalismo en su versión neoliberal, como condición necesaria más no suficiente para propiciar medidas en defensa de los intereses populares. Para llevar adelante esta propuesta parece indispensable volver a considerar las razones por las que el estado de bienestar sufrió tan fuerte y exitoso embate a partir de la década del 70, buscando entender las circunstancias que hicieron posible que gobiernos conservadores fueran electos para desarticular las instituciones y programas que habían permitido garantizar mejoras sustanciales en las condiciones de vida de las sociedades de los países centrales desarrollados y algunos periféricos.

Durante la década del 70, hubo una fuerte ofensiva para difundir la idea de una necesaria reducción del gasto público, sobre todo del gasto social como requisito para lograr disminuir los niveles de inflación, aumentar la inversión y el crecimiento. En 1977 se publica el Informe Blanco en el Reino Unido con la idea de propiciar una reducción de la participación del gasto estatal en el P.B.I. desde el 51,5% al 48%. Indudablemente ello afectaría la calidad de los servicios sociales, algo que facilitó el descrédito de la eficiencia de la gestión pública. El crecimiento de los déficits fiscales y el endeudamiento del sector público, a pesar de los recortes al gasto en vivienda, educación, subvenciones en alimentos y bienestar social, impulsó a los gobiernos a mayores niveles de emisión monetaria e inflación. Las propuestas monetaristas y las ideas de la nueva escuela de Cambridge contra el gasto público que consideraban excesivo, comenzaron a tener mayor predicamento en los sectores sociales medios que habían logrado mejorar su nivel de vida en la post-guerra, paradójicamente en buena medida gracias a las políticas del estado de bienestar. Indudablemente que la disminución en la tasa de ganancia de los capitalista a lo largo de las décadas del 60 y 70 y la crisis económica asociada a la producción y precio del petróleo produjeron una fuerte presión sobre el gasto social en el Reino Unido y en la mayoría de los países capitalistas de Europa, afectando la calidad de las prestaciones. En los 80`s la respuesta de los conservadores incluyó  las privatizaciones y la restructuración del estado de bienestar, con el objetivo de lograr una reproducción más eficaz de la fuerza de trabajo, un mayor control social y un incremento de la productividad, intentando aumentar la tasa de ganancia. Los protagonistas de la oposición a esa tendencia fueron los empleados estatales, los sindicatos, los grupos de usuarios y los partidos de izquierda, los cuales resultaron ser insuficientes para detener los triunfos electorales de M.Thatcher y R. Reagan, respaldados por poderosos intereses burgueses.
    

Las posiciones que defendían al estado de bienestar se encontraron debilitadas y ante los déficits fiscales, la inflación y una creciente dificultad para presionar impositivamente sobre los propietarios de los medios de producción no lograron estructurar una respuesta al avance neoliberal. No se logró acordar una correspondencia entre presión impositiva, gasto público y tasas de ganancias de la economía, que permitiera incrementar en forma sostenida las mejoras en la productividad pero sin deteriorar la distribución del ingreso. En 1975 la recesión afectó a la mayor parte de los países de Europa. En el caso Alemán siguió un camino algo distinto pues a diferencia de la economía inglesa el primer shock petrolero la afectó poco, recuperándose tanto con las inversiones del sector externo como con el financiamiento bancario, y un rol activo del estado. Fue distinto el efecto del segundo shock entre 1978 y 1982, que generó más desempleo, con una caída en la tasa de crecimiento y una situación de stagflation, para la entonces República Federal Alemana. Para la década de los 80 el neoliberalismo se había vuelto dominante con triunfos electorales en varios países de Europa y Norteamérica, impulsada por los sectores capitalistas como el pensamiento único, acompañado además de una reconversión de los patrones culturales con una desaparición de los rasgos calvinistas que se habían entendido desde M.Weber (1864-1920)como fundacionales para el capitalismo, con el predominio de una nueva estética y ética  marcadas por la ostentación, el gasto excesivo por medio del endeudamiento y el progresivo desprendimiento de toda responsabilidad social en las decisiones y prácticas productivas, debilitándose el compromiso de los capitalistas con la dimensión material de la producción de bienes, situación retratada magistralmente por Brett Easton Ellis en la novela “American Psycho”(1991).

Uno de lo rasgos más persistentes en el caso de todas las administraciones republicanas en los E.E.U.U. durante estos casi treinta y cinco años fue reducir la carga impositiva sobre las clases dominantes liberando por un lado inmensos recursos que fueron volcados en buena medida al sistema especulativo y por otro posibilitando una mayor diferencia entre ricos y pobres, junto a crecientes déficits fiscales y de balanza comercial. El economista Richard Cantillón (1680?-1734) de quién han querido apropiarse intelectualmente para falsificarlo los catalácticos de la escuela austríaca, tuvo en los albores del surgimiento del capitalismo industrial, algunas ideas que nos permiten pensar la crisis actual. Fue banquero en París  asociándose con quién cumplía el rol de ministro de finanzas del rey Louis XV, el escocés John Law, quién genero una burbuja especulativa en Francia luego de la fusión del Banque Générale y la Compagnie de la Louisiana ou d`Occident. El autor del “Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general”  anticipando el resultado negativo se retiró del negocio que a los pocos meses en Diciembre de 1720, había arrastrado a muchos miles de perjudicados. Este economista conocedor como vemos de los juegos especulativos y las burbujas financieras, llegará a  postular contra las ganancias y decisiones de corto plazo  que lo determinante para establecer la grandeza relativa de los estados es el acervo de reservas que poseen, lección que no todos han aprendido. Al explicar su teoría del valor Cantillón defendió la distinción entre valor intrínseco de los bienes relacionado con las materias primas (Tierra) y cantidad de trabajo necesarios para producirlos y el valor de cambio resultante de la interacción entre oferta y demanda, por lo que intentaba mantener una distinción pero a su vez una correspondencia entre la producción de bienes y su expresión monetaria y financiera, preservando una vinculación material en la idea del valor. Le corresponde a las escuelas neoclásicas incluyendo a la escuela Austríaca el haber desplazado el problema del valor hacia una dimensión casi exclusivamente subjetiva, considerando a la utilidad y la escasez en forma parcial. Estos economistas han tendido a asignar la utilidad a las preferencias de los sujetos y no como algo intrínseco o mensurable en los bienes. Son estas teorías neoclásicas las que han facilitado la justificación de la irresponsable dinámica de los mercados financieros, y las condiciones actuales requieren a la vez reconsiderar las herramientas y estrategias pues aquellas desarrolladas durante el “New Deal” por Franklin Delano Roosevelt a partir de 1933, podrían no ser del todo adecuadas para las condiciones actuales.   

Tratemos de dimensionar la actual multiplicación exponencial de los valores bursátiles, inmensamente mayor que la relativamente pequeña burbuja especulativa que conoció Cantillón. Tomando como fuente el índice Dow Jones, fue durante las administraciones de D. Eisenhower (1953-1961) y de J.F. Kennedy (1961-1963) que el índice se movió con oscilaciones desde los 500 hasta los 1000 puntos. A lo largo de la década del 70 los valores se movieron entre un piso de  700-800 puntos con el primer shock petrolero de 1973 y el segundo de 1979, hasta los 1100-1200 en 1972, 1976 y 1980. Desde estos niveles bursátiles de los 70´s durante las administraciones de R. Reagan (1981-1989) los índices treparon hasta los 3000 puntos. Bajo la administración de Bush entre 1989 y 1993 se llegó a los 4000 y la escalada durante los noventa llevó al índice Dow Jones a que superara nada menos que los 10000 puntos. Con G.W.Bush jr.  los valores llegaron a superar los 14000 puntos antes del colapso del 2008. Es interesante preguntar por algún parámetro de la economía de producción como la producción física de bienes o la productividad que pueda avalar alguna correspondencia entre el mundo de la producción y el de la especulación financiera. Sin duda que la caída en la tasa de ganancia en el sector manufacturero durante los 60´s y 70´s facilitó la búsqueda por parte de las burguesías, de sectores más rentables como el financiero pero a costa de generar una brecha estructural insostenible, que con la debacle de este trimestre han generado una pérdida estimada que podría llegar a ser equivalente a un 25% del P.B.I. mundial y más de un tercio de los depósitos bancarios.

Hay una red de instituciones que han avalado esta irresponsabilidad que incluye a la O.M.C. la Organización Mundial de Comercio, el Fondo Monetario Internacional (F.M.I.), Banco Mundial y con medios de comunicación que permitieron y fomentaron estas políticas como The Wall Street Journal, El Financial Times, The Economist y la C.N.N. asi como los encuentros en Davos donde se realizaba una defensa cerrada del neoliberalismo. Entre la propuesta en 1972 del profesor de la Universidad de Yale de gravar con apenas el 0,1% las transacciones monetarias internacionales conocida como Tasa Tobin y la frase pronunciada por Ronald Reagan “ el estado no es la solución, es el problema”, parece posible establecer los rangos dentro del sistema capitalista de políticas hacia la dinámica del desarrollo financiero. Hay además una enorme responsabilidad por parte de los E.E.U.U. en la gestación y desencadenamiento de esta crisis, al basar buena parte de su crecimiento en el financiamiento externo, mecanismo que le ha permitido posponer y agravar tanto su déficit comercial como fiscal. A estos monstruosos desequilibrios macroeconómicos se debe agregar el alto grado de endeudamiento de las familias norteamericanas que ya en el año 2006 superaba en un 30% los ingresos familiares. E.E.U.U. promovió una desregulación de los mercados financieros debilitando el poder de los estados  y de las autoridades electas democráticamente en países periféricos, para por el contrario establecer condiciones favorables para los capitalistas, siendo el principal artífice de las catastróficas circunstancias actuales.

La casi inagotable necesidad de E.E.U.U. por obtener financiamiento internacional está directamente vinculada con sus decisiones políticas y militares. En el año 2005 el presidente George W. Bush había expresado como objetivo reducir a la mitad el déficit fiscal que su propia administración había generado por medio de recortes en programas de subsidios, atención médica para pobres, transporte público, protección del medio ambiente y mejoramiento de la educación pero simultáneamente manteniendo la guerra contra Afganistán e Irak. No desconocemos que amplios sectores de la economía norteamericana dependen del presupuesto militar y por lo tanto alientan políticas expansionistas y belicistas, pero junto con la propuesta de reducción del gasto social la administración Bush impulso una política de reducción de impuestos que trajo como consecuencia el aumento incluso mayor del déficit fiscal, mientras a lo largo de ese año 2005 los déficit comerciales rondaban los 55.000.000.000U$S por mes. Parece que lo que está en cuestión es la viabilidad financiera de la supremacía tecnológica y militar de los Estados Unidos. Su abrumador  poderío militar y la sofisticación tecnológica asociada, parece demandar sin embargo un costo en el campo de batalla excesivo aún para la mayor economía del mundo. 


La existencia de esta crisis no garantiza la desarticulación de los intereses que la crearon, las clases burguesas  detrás de la expansión financiera están tan fortalecidas que no resulta posible suponer que renunciarán unilateralmente a su gran poder. Es posible pensar escenarios en los cuales los estados sean instrumentalizados en función de la protección de los intereses financieros tomando medidas que respalden a las empresas pero sacrifique a los trabajadores. Notable paradoja pero además preocupante advertencia es que en la presente situación siendo E.E.U.U. el principal responsable de la crisis, sea el país que más dinero está atrayendo desde las economías periféricas, absorbiendo recursos desde los países más pobres. Es necesario articular políticas que limiten la circulación internacional de los capitales, demanden reglamentaciones restrictivas en la creación de títulos, eliminen los mecanismos de fragmentación de los título por medio de procedimientos de stripping con ventas por separado de capital e intereses, regulen la posibilidad que tienen  los bancos de intervenir en el mercado de capitales entre otras muchas medidas, otorgando mayor poder a los entes supervisores estatales y generando un crecimiento de la banca estatal capaz de limitar el predominio del capital financiero, evitando mayores transferencias desde los trabajadores hacia los capitalistas. Es imperativo que las fuerzas sociales, políticas y sindicales comprometidas con el destino de las mayorías estructuren políticas que defiendan la distribución del ingreso, el trabajo, y el bienestar social evitando que esta crisis sea descargada en los pueblos, no es hora de seducir ni complacer a los capitalistas es momento de controlarlos e imponer severas reglamentaciones a su accionar, no por ser responsables de semejante desastre habrán aprendido una lección, no saben de solidaridad ni compromiso social solo conocen el lenguaje del poder, están debilitados pero no vencidos. 

miércoles, 7 de enero de 2009

Crisis del capitalismo neoliberal

por Roberto Hilson Foot

    K. Marx había señalado en sus escritos que en la metamorfosis de la mercancía aparece  la posibilidad de crisis en el sistema capitalista bajo dos formas: primero una mercancía en su forma de valor de uso al transformarse en dinero con el que se puede a su vez volver a comprar mercancías, M-D-M donde media la posibilidad de la crisis por la separación entre venta y compra; segundo aparece la posibilidad de crisis, en la  reproducción del capital en el proceso de D-M-PP-M’-D’,dinero- mercancía-proceso de producción-mercancía-dinero, con la metamorfosis del capital en dinero y de este en capital, encontramos la posibilidad de la interrupción de los circuitos de inversión y producción. Además Marx enfatizó una tendencia cíclica  que sería inherente  al capitalismo, relacionando las crisis con el ciclo de vida del capital fijo, confrontado con la constante necesidad de reconversión tecnológica y competencia, generada por la lógica del sistema capitalista. Diversos analistas han debatido acerca de la mayor importancia que tendría la  asimetría entre oferta y demanda, con la progresiva caída en la tasa de ganancia, entendiendo por tanto a las crisis como resultantes de la superproducción o por el contrario han enfatizado que las crisis son  resultado de procesos de subconsumo. Con el desarrollo de las fuerzas productivas hay una tendencia a la disminución del capital variable como fracción o proporción del capital total en parte forzado por el progreso tecnológico y la necesidad de acumular capital, generando un aumento en la composición orgánica del capital, incrementándose la proporción del capital constante como fracción del capital total, produciendo una disminución de la proporción pagada a los salarios pues la plusvalía solo puede extraerse del capital variable y como este disminuye proporcionalmente en relación con el capital constante, el capitalista solo puede apropiarse de menor cantidad de capital forzando una tasa decreciente de la ganancia.                                                                                                                

  Obviamente no pretendemos resolver en un párrafo las complejidades inherentes al tema ni resolver el centenario debate en torno a la interpretación de las crisis en la obra de Marx. Sin embargo tanto la idea de una crisis de superproducción en el marco clásico del capitalismo o las interpretaciones que privilegian el subconsumo, o las  aproximaciones al tema desde la plusvalía o los circuitos de M-D-M no parecen ser herramientas capaces de explicar toda la complejidad de la crisis actual, resultante de la especificidad del modo de producción capitalista desarrollado desde mediados de la década de 1970, marcado por una creciente diferencia entre el valor del dinero, bonos, títulos y acciones en circulación y el monto del capital y la producción de bienes de la economía mundial. Las condiciones de la crisis actual son de difícil encuadre teórico no solo para las herramientas teóricas aportadas por Marx pues tanto mediante las matrices de insumo producto de Wassily Leontief (1906-1999) quién procuraba determinar los flujos de bienes y servicios analizando y midiendo las relaciones existentes entre los diversos sectores  de producción y consumo con un gran énfasis en unidades físicas, como  así también para la aproximación teórica de Alvin H. Hansen (1887-1975) y los Keynesianos, así como para el análisis de J. Schumpeter (1883-1950) como teórico del ciclo de negocios que buscaba revelar la anatomía  del cambio económico, basado en ganancias resultantes de procesos de innovación y consiguientemente una atenuación de la ganancia ante el escenario de falta de innovación .La crisis actual presenta elementos difícilmente reductibles a los encuadres nombrados pues todos ellos parecen estar pensando la economía desde la producción y el consumo  basados en teorías del valor que pretenden  preservar un vínculo entre los valores de cambio o mercado y las cantidades físicas necesarias de los factores ( Tierra, Trabajo y Capital), para la  producción real de bienes, lo cual constituye a mi entender el problema mas determinante de la actual etapa del capitalismo.

   No es aceptable escudarnos en la sorpresa e imprevisibilidad de los acontecimientos a partir del mes de Septiembre de 2008, pues los indicios de esta crisis son rastreables incluso en eventos del año 2006 y 2007, y son muchos los analistas que venimos señalando aspectos peligrosos e insostenibles de la globalización financiera de inspiración neoliberal. La quiebra de Lehman Brothers Holding Inc. el 15-16 de Septiembre y el auxilio de 85.000.000.000 U$S por parte del gobierno de E.E.U.U. de la Aseguradora AIG, marcaron claramente la seriedad de la crisis. La debacle de Fannie Mae y Freddie Mac indicaban la fuente de los descalabros en los incumplimientos en la cancelación de los créditos inmobiliarios. La Federal National Mortgage Association y la Federal Home Loan Mortgage Corporation, que financiaban sus actividades por medio de la emisión de títulos, los RMBS (Residential Mortgage-Backed Securities), con garantías estatales y tasas preferenciales, cubriendo nada menos que el 45 % de las operaciones de crédito inmobiliario, se encontraron rápidamente con montos de capital insuficientes para enfrentar la crisis, la cual amenazaba con impactar en forma inmediata sobre el sistema bancario. La intervención de la FDIC, Corporación Federal de Seguros de los Depósitos Bancarios, creada en 1933, que garantizaba los depósitos de 8451 bancos y cajas de ahorro, resultó también desbordada y requería una intervención aún mayor del estado en el mercado. Se había hecho más visible la crisis con los incumplimientos crecientes en la cancelación de los créditos subprime, aumentando la morosidad, desvalorizando activos y desatando quebrantos en bancos. Es cierto que hubo un indicio de la crisis en los problemas con el pago de las hipotecas en 2006-2007,  lo cual podría inclinarnos a pensar en la hipótesis del subconsumo, pero la desproporción entre ese problema inicial y las consecuencias exceden todo parámetro. Para cuando el Congreso de E.E.U.U. aprueba un plan de U$S 700.000.000.000 el 1º de Octubre de 2008 los mercados ya no responden de forma positiva pues los montos de las perdidas excedían largamente tanto al de las hipotecas sub-prime como al del rescate. Si bien no es la crisis terminal del capitalismo no deja de comprometer seriamente el modelo del capitalismo impuesto en la década del 70.

   La ideología que sustentó toda esta etapa requiere ser desplazada, pero los intereses que representa son tan abrumadores que no es una batalla fácil revertir su influencia y la capacidad que ha tenido de generar modelos de pensamiento y patrones culturales. Debemos extremar la discusión con el neoliberalismo, pero teniendo en cuenta que las categorías clásicas de Marx e incluso la visión Keynesiana son insuficientes para enfrentar la presente crisis. El carácter de la crisis conmueve la entera concepción del valor pues la concepción neoclásica que sustentó al capitalismo neoliberal ha privilegiado el valor de cambio ignorando toda referencia al valor trabajo o de producción y nos condujo hasta la presente catástrofe. Hay una  urgente necesidad de generar  respuestas basadas en un pensamiento original para enfrentar este desafío, si no queremos un estado volcado al rescate de los intereses financieros, a costa de  las condiciones de vida de los pueblos. A menos que podamos generar nuevos marcos de análisis podemos quedar atrapados por la necesidad de salvar al sistema, con políticas activas del estado con un costo social muy grande en donde el estado “ keynesiano” terminaría cumpliendo el rol de estabilizador del sistema pero sin la contraprestación de una discusión sobre tasa de ganancia, plusvalía absoluta y relativa, y calidad de vida que permitió hacia mediados del siglo XX desarrollar el estado de bienestar. Es indispensable recordar también con preocupación que los actores sociales y políticos como los sindicatos, los fuertes partidos socialdemócratas, laboristas o demócratas, los intelectuales comprometidos y orgánicos y los socialismos reales ya no gozan ni del consenso ni del poder que tenían hace seis décadas. Corolario por ejemplo del avance cultural del neoliberalismo es un insoslayable descrédito del rol de los sindicatos y la baja en las tasas de afiliación que afecta tanto a países desarrollados como subdesarrollados. Tenemos por ende no solo un problema teórico sino también una seria dificultad cultural y política para enfrentar la presente crisis.

Es indudable que debemos volver a discutir el proceso de globalización que ha permitido la expansión y multiplicación del capital financiero, en el cual buena parte de las lógicas de acción han quedado subordinadas a los intereses de la burguesía financiera, escudados por las ideas neoliberales directamente responsables de la presente crisis. Esta matriz conceptual sobre la que se ha estructurado parcialmente la ideología de la globalización es la que bajo los preceptos de G. Leibniz (1646-1716) elaboraron los economistas de la fisiocracia y los clásicos ingleses y luego en la segunda mitad del siglo XIX los neo-clásicos, en el cual las barreras fronterizas obligaban a una utilización sub-óptima de los recursos por lo que solo la dilución del poder del estado y el desarrollo del librecomercio podía acercarnos al mejor de los mundos posibles. El neoliberalismo ha pretendido en función de su marco teórico presentar a la globalización como un proceso irresistible, irreversible y auto regulable, pero a la vez han aumentado las restricciones a las migraciones, lo cual debiera hacernos pensar que dicha asimetría en la consideración de los factores de producción delata el peso de una génesis territorial del capital financiero pero además la existencia de clases capaces de relativizar y acotar la globalización utilizando la fuerza represiva de los  estados y sus capacidades militares imperiales, siendo selectivos en los aspectos a globalizar, lo cual permite impugnar la coherencia del discurso de estos intereses capitalistas. La necesidad de limitar y regular el mercado de capitales demanda la acción del estado para legislar sobre los marcos regulatorios nacionales pero también para establecer organismos y políticas internacionales de regulación. Esta necesidad nos remite a los debates y luchas políticas nacionales pero a la vez a la posibilidad efectiva del desarrollo de políticas en defensa de intereses populares que requieren la autonomía financiera de los estados y la organización de estados eficientes, dinámicos y coordinados a nivel internacional. No podrán las fuerzas populares pretender que el estado no sea un instrumento de dominación de las distintas fracciones de la burguesía si es una institución deficitaria y económicamente dependiente de los grupos financieros. La solvencia fiscal de los estados nacionales basados en impuestos directos sobre la renta permitiría una posición de mucho mas poder para las fuerzas democráticas a la hora de discutir la distribución del ingreso. Solo estados sólidos desde el punto de vista financiero, gobernados además por fuerzas defensoras de los intereses populares pueden pretender poner un límite a las dinámicas financieras de la globalización. Recordemos que la famosa tasa Tobin sobre transacciones financieras internacionales que fue presentada en 1972 y sin embargo nunca logró tener un consenso que permitiera aplicarla, lo cual indica la debilidad para limitar las dinámicas de los sectores financieros desde la década del 70, cuyo resultado catastrófico debemos ahora enfrentar.

     Este elemento financiero parece el determinante a la hora de entender la presente crisis, tan condicionada por el mercado de capitales. Es posible detectar que como resultado de las relaciones sociales de producción, los estados han sido muy funcionales al sector financiero de la burguesía permitiendo una expansión de los montos negociados que ya no guarda ninguna relación con la producción real de bienes. Ni el presidente de la Reserva Federal de E.E.U.U., Ben Bernanke, ni el secretario del Tesoro del mismo país Henry Paulson, están embarcados en una recreación del estado de bienestar con fuertes espacios de poder para los sectores populares, sino más bien han movilizado ingentes cantidades de fondos públicos en la defensa de los causantes de la crisis. Los fondos que se negaron durante años para incrementar la cooperación internacional o garantizar una cobertura médica universal a los ciudadanos norteamericanos o promover políticas activas para los inmigrantes, ahora se han multiplicado para la protección de intereses financieros. Un endeudamiento anticíclico del más clásico estilo Keynesiano, podría derivar en un debilitamiento financiero aun mayor de los estados que tendría como corolario un fortalecimiento aún mayor de la dinámica de acumulación basadas en premisas neoliberales. Estas condiciones del sistema capitalista demandan de los sectores populares un nuevo esfuerzo teórico, buscando una reelaboración de la teoría del valor que impugne la visión neoclásica, una reconsideración del rol del estado que responda a los desafíos actuales, una estrategia para pensar los procesos de integración y globalización en función de los intereses de las grandes mayorías, y una forma de responder a la multiplicación exponencial de riqueza que no guarda relación alguna con las pautas de producción de bienes. El carácter de la crisis actual no nos permite responder sin reconsiderar herramientas teóricas tradicionales, pues el núcleo del problema actual es la imposibilidad de referenciar o dimensionar la generación de dinero a partir de dinero, a un parámetro cuantificable de producción de bienes, para salvar algún tipo correspondencia con la economía de producción. No estamos ante una crisis de sobreproducción ni de subconsumo tal como podía pensarlas Marx, por la sencilla razón de que los volumenes monetarios manejados por los mercados financieros, exceden varias veces a los montos manejados en los circuitos productivos. Las nuevas condiciones del desarrollo capitalista demandan nuevas respuestas que defiendan los intereses de los pueblos, permitiendo focalizar en este complejo problema de la imposibilidad de referenciar los montos financieros con la producción real. Lo hacemos nosotros o lo harán ellos.