por Roberto Hilson Foot
Enfrentamos la necesidad de una precisa categorización y comprensión de la actual crisis del capitalismo en su versión neoliberal, como condición necesaria más no suficiente para propiciar medidas en defensa de los intereses populares. Para llevar adelante esta propuesta parece indispensable volver a considerar las razones por las que el estado de bienestar sufrió tan fuerte y exitoso embate a partir de la década del 70, buscando entender las circunstancias que hicieron posible que gobiernos conservadores fueran electos para desarticular las instituciones y programas que habían permitido garantizar mejoras sustanciales en las condiciones de vida de las sociedades de los países centrales desarrollados y algunos periféricos.
Durante la década del 70, hubo una fuerte ofensiva para difundir la idea de una necesaria reducción del gasto público, sobre todo del gasto social como requisito para lograr disminuir los niveles de inflación, aumentar la inversión y el crecimiento. En 1977 se publica el Informe Blanco en el Reino Unido con la idea de propiciar una reducción de la participación del gasto estatal en el P.B.I. desde el 51,5% al 48%. Indudablemente ello afectaría la calidad de los servicios sociales, algo que facilitó el descrédito de la eficiencia de la gestión pública. El crecimiento de los déficits fiscales y el endeudamiento del sector público, a pesar de los recortes al gasto en vivienda, educación, subvenciones en alimentos y bienestar social, impulsó a los gobiernos a mayores niveles de emisión monetaria e inflación. Las propuestas monetaristas y las ideas de la nueva escuela de Cambridge contra el gasto público que consideraban excesivo, comenzaron a tener mayor predicamento en los sectores sociales medios que habían logrado mejorar su nivel de vida en la post-guerra, paradójicamente en buena medida gracias a las políticas del estado de bienestar. Indudablemente que la disminución en la tasa de ganancia de los capitalista a lo largo de las décadas del 60 y 70 y la crisis económica asociada a la producción y precio del petróleo produjeron una fuerte presión sobre el gasto social en el Reino Unido y en la mayoría de los países capitalistas de Europa, afectando la calidad de las prestaciones. En los 80`s la respuesta de los conservadores incluyó las privatizaciones y la restructuración del estado de bienestar, con el objetivo de lograr una reproducción más eficaz de la fuerza de trabajo, un mayor control social y un incremento de la productividad, intentando aumentar la tasa de ganancia. Los protagonistas de la oposición a esa tendencia fueron los empleados estatales, los sindicatos, los grupos de usuarios y los partidos de izquierda, los cuales resultaron ser insuficientes para detener los triunfos electorales de M.Thatcher y R. Reagan, respaldados por poderosos intereses burgueses.
Las posiciones que defendían al estado de bienestar se encontraron debilitadas y ante los déficits fiscales, la inflación y una creciente dificultad para presionar impositivamente sobre los propietarios de los medios de producción no lograron estructurar una respuesta al avance neoliberal. No se logró acordar una correspondencia entre presión impositiva, gasto público y tasas de ganancias de la economía, que permitiera incrementar en forma sostenida las mejoras en la productividad pero sin deteriorar la distribución del ingreso. En 1975 la recesión afectó a la mayor parte de los países de Europa. En el caso Alemán siguió un camino algo distinto pues a diferencia de la economía inglesa el primer shock petrolero la afectó poco, recuperándose tanto con las inversiones del sector externo como con el financiamiento bancario, y un rol activo del estado. Fue distinto el efecto del segundo shock entre 1978 y 1982, que generó más desempleo, con una caída en la tasa de crecimiento y una situación de stagflation, para la entonces República Federal Alemana. Para la década de los 80 el neoliberalismo se había vuelto dominante con triunfos electorales en varios países de Europa y Norteamérica, impulsada por los sectores capitalistas como el pensamiento único, acompañado además de una reconversión de los patrones culturales con una desaparición de los rasgos calvinistas que se habían entendido desde M.Weber (1864-1920)como fundacionales para el capitalismo, con el predominio de una nueva estética y ética marcadas por la ostentación, el gasto excesivo por medio del endeudamiento y el progresivo desprendimiento de toda responsabilidad social en las decisiones y prácticas productivas, debilitándose el compromiso de los capitalistas con la dimensión material de la producción de bienes, situación retratada magistralmente por Brett Easton Ellis en la novela “American Psycho”(1991).
Uno de lo rasgos más persistentes en el caso de todas las administraciones republicanas en los E.E.U.U. durante estos casi treinta y cinco años fue reducir la carga impositiva sobre las clases dominantes liberando por un lado inmensos recursos que fueron volcados en buena medida al sistema especulativo y por otro posibilitando una mayor diferencia entre ricos y pobres, junto a crecientes déficits fiscales y de balanza comercial. El economista Richard Cantillón (1680?-1734) de quién han querido apropiarse intelectualmente para falsificarlo los catalácticos de la escuela austríaca, tuvo en los albores del surgimiento del capitalismo industrial, algunas ideas que nos permiten pensar la crisis actual. Fue banquero en París asociándose con quién cumplía el rol de ministro de finanzas del rey Louis XV, el escocés John Law, quién genero una burbuja especulativa en Francia luego de la fusión del Banque Générale y la Compagnie de la Louisiana ou d`Occident. El autor del “Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general” anticipando el resultado negativo se retiró del negocio que a los pocos meses en Diciembre de 1720, había arrastrado a muchos miles de perjudicados. Este economista conocedor como vemos de los juegos especulativos y las burbujas financieras, llegará a postular contra las ganancias y decisiones de corto plazo que lo determinante para establecer la grandeza relativa de los estados es el acervo de reservas que poseen, lección que no todos han aprendido. Al explicar su teoría del valor Cantillón defendió la distinción entre valor intrínseco de los bienes relacionado con las materias primas (Tierra) y cantidad de trabajo necesarios para producirlos y el valor de cambio resultante de la interacción entre oferta y demanda, por lo que intentaba mantener una distinción pero a su vez una correspondencia entre la producción de bienes y su expresión monetaria y financiera, preservando una vinculación material en la idea del valor. Le corresponde a las escuelas neoclásicas incluyendo a la escuela Austríaca el haber desplazado el problema del valor hacia una dimensión casi exclusivamente subjetiva, considerando a la utilidad y la escasez en forma parcial. Estos economistas han tendido a asignar la utilidad a las preferencias de los sujetos y no como algo intrínseco o mensurable en los bienes. Son estas teorías neoclásicas las que han facilitado la justificación de la irresponsable dinámica de los mercados financieros, y las condiciones actuales requieren a la vez reconsiderar las herramientas y estrategias pues aquellas desarrolladas durante el “New Deal” por Franklin Delano Roosevelt a partir de 1933, podrían no ser del todo adecuadas para las condiciones actuales.
Tratemos de dimensionar la actual multiplicación exponencial de los valores bursátiles, inmensamente mayor que la relativamente pequeña burbuja especulativa que conoció Cantillón. Tomando como fuente el índice Dow Jones, fue durante las administraciones de D. Eisenhower (1953-1961) y de J.F. Kennedy (1961-1963) que el índice se movió con oscilaciones desde los 500 hasta los 1000 puntos. A lo largo de la década del 70 los valores se movieron entre un piso de 700-800 puntos con el primer shock petrolero de 1973 y el segundo de 1979, hasta los 1100-1200 en 1972, 1976 y 1980. Desde estos niveles bursátiles de los 70´s durante las administraciones de R. Reagan (1981-1989) los índices treparon hasta los 3000 puntos. Bajo la administración de Bush entre 1989 y 1993 se llegó a los 4000 y la escalada durante los noventa llevó al índice Dow Jones a que superara nada menos que los 10000 puntos. Con G.W.Bush jr. los valores llegaron a superar los 14000 puntos antes del colapso del 2008. Es interesante preguntar por algún parámetro de la economía de producción como la producción física de bienes o la productividad que pueda avalar alguna correspondencia entre el mundo de la producción y el de la especulación financiera. Sin duda que la caída en la tasa de ganancia en el sector manufacturero durante los 60´s y 70´s facilitó la búsqueda por parte de las burguesías, de sectores más rentables como el financiero pero a costa de generar una brecha estructural insostenible, que con la debacle de este trimestre han generado una pérdida estimada que podría llegar a ser equivalente a un 25% del P.B.I. mundial y más de un tercio de los depósitos bancarios.
Hay una red de instituciones que han avalado esta irresponsabilidad que incluye a la O.M.C. la Organización Mundial de Comercio, el Fondo Monetario Internacional (F.M.I.), Banco Mundial y con medios de comunicación que permitieron y fomentaron estas políticas como The Wall Street Journal, El Financial Times, The Economist y la C.N.N. asi como los encuentros en Davos donde se realizaba una defensa cerrada del neoliberalismo. Entre la propuesta en 1972 del profesor de la Universidad de Yale de gravar con apenas el 0,1% las transacciones monetarias internacionales conocida como Tasa Tobin y la frase pronunciada por Ronald Reagan “ el estado no es la solución, es el problema”, parece posible establecer los rangos dentro del sistema capitalista de políticas hacia la dinámica del desarrollo financiero. Hay además una enorme responsabilidad por parte de los E.E.U.U. en la gestación y desencadenamiento de esta crisis, al basar buena parte de su crecimiento en el financiamiento externo, mecanismo que le ha permitido posponer y agravar tanto su déficit comercial como fiscal. A estos monstruosos desequilibrios macroeconómicos se debe agregar el alto grado de endeudamiento de las familias norteamericanas que ya en el año 2006 superaba en un 30% los ingresos familiares. E.E.U.U. promovió una desregulación de los mercados financieros debilitando el poder de los estados y de las autoridades electas democráticamente en países periféricos, para por el contrario establecer condiciones favorables para los capitalistas, siendo el principal artífice de las catastróficas circunstancias actuales.
La casi inagotable necesidad de E.E.U.U. por obtener financiamiento internacional está directamente vinculada con sus decisiones políticas y militares. En el año 2005 el presidente George W. Bush había expresado como objetivo reducir a la mitad el déficit fiscal que su propia administración había generado por medio de recortes en programas de subsidios, atención médica para pobres, transporte público, protección del medio ambiente y mejoramiento de la educación pero simultáneamente manteniendo la guerra contra Afganistán e Irak. No desconocemos que amplios sectores de la economía norteamericana dependen del presupuesto militar y por lo tanto alientan políticas expansionistas y belicistas, pero junto con la propuesta de reducción del gasto social la administración Bush impulso una política de reducción de impuestos que trajo como consecuencia el aumento incluso mayor del déficit fiscal, mientras a lo largo de ese año 2005 los déficit comerciales rondaban los 55.000.000.000U$S por mes. Parece que lo que está en cuestión es la viabilidad financiera de la supremacía tecnológica y militar de los Estados Unidos. Su abrumador poderío militar y la sofisticación tecnológica asociada, parece demandar sin embargo un costo en el campo de batalla excesivo aún para la mayor economía del mundo.
La existencia de esta crisis no garantiza la desarticulación de los intereses que la crearon, las clases burguesas detrás de la expansión financiera están tan fortalecidas que no resulta posible suponer que renunciarán unilateralmente a su gran poder. Es posible pensar escenarios en los cuales los estados sean instrumentalizados en función de la protección de los intereses financieros tomando medidas que respalden a las empresas pero sacrifique a los trabajadores. Notable paradoja pero además preocupante advertencia es que en la presente situación siendo E.E.U.U. el principal responsable de la crisis, sea el país que más dinero está atrayendo desde las economías periféricas, absorbiendo recursos desde los países más pobres. Es necesario articular políticas que limiten la circulación internacional de los capitales, demanden reglamentaciones restrictivas en la creación de títulos, eliminen los mecanismos de fragmentación de los título por medio de procedimientos de stripping con ventas por separado de capital e intereses, regulen la posibilidad que tienen los bancos de intervenir en el mercado de capitales entre otras muchas medidas, otorgando mayor poder a los entes supervisores estatales y generando un crecimiento de la banca estatal capaz de limitar el predominio del capital financiero, evitando mayores transferencias desde los trabajadores hacia los capitalistas. Es imperativo que las fuerzas sociales, políticas y sindicales comprometidas con el destino de las mayorías estructuren políticas que defiendan la distribución del ingreso, el trabajo, y el bienestar social evitando que esta crisis sea descargada en los pueblos, no es hora de seducir ni complacer a los capitalistas es momento de controlarlos e imponer severas reglamentaciones a su accionar, no por ser responsables de semejante desastre habrán aprendido una lección, no saben de solidaridad ni compromiso social solo conocen el lenguaje del poder, están debilitados pero no vencidos.
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